Wafu, el pequeño restaurante de comida japonesa que regenta, es la meca de los comensales con alergias e intolerancias. Ichikawa ofrece comida sin gluten, sin trigo, sin lactosa y sin azúcar refinado. Todo "sin que el cliente se sienta culpable" por pedirla, dice. Además, pone cuidado en que sus productos sean de primera calidad y orgánicos.
"Con el objetivo de contribuir a la creación de un futuro más sostenible exigimos algo más a nuestros clientes", detalla el restaurante en un aviso que tiene colgado en la puerta. En el mismo papel, se explica que los que dejen el plato limpio pagarán un 30% menos. Es un incentivo.
Y por si no queda claro qué significa "limpio", el aviso precisa que hay que acabar con todo, "excepto las rodajas de limón, el gari (jengibre servido con el sushi) y el wasabi (condimento de sabor extremadamente fuerte)". Además, señala que "los vegetales o la ensalada que acompañan el pollo o el pescado no son decorativos y que forman parte del plato", por si a alguien le quedaba alguna duda; según indica la web del restaurante, Wafu es una extensión de su concepción de la nutrición y la sostenibilidad.
"Nos comprometemos a servir platos que nutran y respeten el cuerpo y que además generen la mínima cantidad de desechos posible. Nos tomamos en serio nuestra responsabilidad para con el medio ambiente y la sostenibilidad", insiste el sitio.
Este restaurante es un ejemplo claro de transformación y evolución del comportamiento de negocio y de consumo, desde una perspectiva definitivamente Green, sostenible y ambientalista. Realmente a observar...
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